Millones de personas están volviendo a las medicinas herbales tradicionales con el fin de evitar y tratar problemas de salud y bienestar. Esto ha levantado críticas virulentas en contra de las plantas medicinales.
“Solo porque una hierba sea natural no significa que sea segura”, se oye muy a menudo y esto es verdad (recordemos el curare y tantos otros venenos). Quienes trabajamos con plantas medicinales no utilizamos ese concepto.
“Se han identificado problemas graves referentes a la calidad, la seguridad y la eficacia de los productos herbales”. Esto es un tema de regulación por parte de las autoridades sanitarias, no es un problema de las plantas en sí.
“Con las medicinas herbales, lo que figura en la etiqueta puede no ser lo que está en el envase y las afirmaciones de sus notables poderes curativos rara vez están apoyadas en la evidencia”. Lo que dice en las etiquetas está o debería estar sujeto a reglamentación y las evidencias científicas sobre sus propiedades no son tan raras, solo hay que saber buscarlas y tomarse el trabajo de leerlas.
Las hierbas tienen una tradición milenaria, muchas de ellas han demostrado ser muy seguras y de efectos conocidos. Hay de las otras, que por su uso regional o menos conocido, pueden ocasionar problemas a quienes las utilizan sin el asesoramiento adecuado.
El tema se hace más complejo cuando hablamos de productos elaborados industrialmente con principios activos extraídos de plantas medicinales o con extractos crudos. Allí, como comento en el párrafo siguente, la responsabilidad es de las autoridades sanitarias.
Una de las mayores críticas es que los controles de las autoridades sanitarias son menores que para los medicamentos alopáticos. Esto no debiera ser así, todos los medicamentos de igual categoría deben ser controlados con la misma rigurosidad. Hay mayores posibilidades de maniobras ilegales cuando no hay controles pero esto no es patrimonio de la fitoterapia sino de los seres humanos.
Ciertamente el uso de plantas medicinales con vigilancia o recomendación médica es la mejor de las posturas, aunque lamentablemente no la más común. Muchos profesionales prefieren refugiarse en la aparente seguridad de los medicamentos alopáticos, en su mayoría de origen sintético.
Las plantas medicinales presentan una complejidad mayor cuando se trata de estudiar sus propiedades, en los intentos de estandarización de sus efectos, en la comprensión de su actividad por la coexistencia de una gran cantidad de principios activos, por las variaciones que se presentan entre plantas individuales, cosechas, años y por los métodos de procesado.
Se menciona continuamente la adulteración de productos, por uso de especies vegetales parecidas y más baratas o por la inclusión deliberada de productos sintéticos, que poseen efectos parecidos a los de los principios activos de las plantas. Este es un argumento contra los medicamentos elaborados con plantas medicinales, no contra las plantas medicinales.
Las posibles interacciones entre hierbas medicinales y medicamentos es otro aspecto que aparece en las críticas. Esto se sabe para muchas especies vegetales y se debe estudiar para aquellas que todavía no se ha elucidado y además, la vigilancia por parte de profesionales de la salud evita que esto suceda.
“Se presentan frecuentes casos de intoxicaciones por el uso de medicamentos herbales tradicionales.” También los medicamentos alopáticos han presentado casos muy graves de efectos adversos, que se han descubierto después de su uso por muchos años, aunque ahora los controles son más estrictos. Todo producto que se ingiere, incluso los alimentos, de un origen no conocido o certificado, presenta el riesgo de provocar problemas sanitarios.
En resumen, las normas reglamentarias para los medicamentos elaborados en base a plantas medicinales crudas o con sus derivados, deben ser las mismas que para los medicamentos alopáticos. En cuanto a las hierbas secas que se envasan y venden como tales, las reglamentaciones deben vigilar, por un lado las buenas prácticas de manufactura y por el otro las recomendaciones que se incluyen en los envases y etiquetas o rótulos, así como en todo material de propaganda.
Con todo ello, las plantas medicinales tienen un potencial enorme para servir como material de respaldo a los problemas de salud en el ser humano.
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